viernes, 6 de octubre de 2017

Crónicas Globulares 51: El Rsjfgs-cóptero


El sol hacía brillar las piedras de las casas, mientras Rsjfgs y Barael caminaban al amparo de las sombras pertrechados con sus imprescindibles gafas de visión fantasmal.
A pesar de que a simple vista –y salvo por ellas- nadie sospecharía nada, ambos iban armados hasta los dientes con una ingente multitud de mortíferas armas de esas que ya matan del susto.
De manera sigilosa, se colaron prestos en un granero.
Rápidamente, Rsjfgs cerró las puertas con suma precaución y se dirigió a un amasijo indescriptible muy similar a un vehículo siniestrado.
—Bueno, pues éste es el Rsjfgs-cóptero —exclamó señalando al “enorme artefacto” sin ningún elegante preámbulo que suavizara el impacto.
Barael pensó dos cosas: Uno: Aquel cachivache lleno de tornillos, tablones mal colocados, palancas,  una inmensa hélice torcida en lo alto y aquellas absurdas alas a los lados, no sólo parecía una proyección de la personalidad de Rsjfgs, sino que, si conseguían que volase, seguramente acabarían muertos. Y dos: Debería haberse ido andando hacia Negrontia. ¿Por qué? ¿por qué?
—¡Toma! —espetó Rsjfgs entregándole un casco de piedra con unas alas pintadas a pistola en los laterales.
>>¿Chulo, eh?
Barael se lo colocó en la cabeza tragando saliva mientras Rsjfgs le ayudaba indiferente a abrochárselo al mentón.
¿Por qué? ¿Por qué?
—Vamos… No lo pienses. Será peor —dijo ajustándose los correajes del suyo.
Eso díselo a Esmeralda, a mí déjame marchar.
Los duendes se  introdujeron en el artilugio, colocándose uno a espaldas del otro.
Barael iba adelante y pilotaría; bueno, pilotaría si era capaz de hacerse con el abigarrado y heterogéneo conjunto de botones y palancas que tenía enfrente. En la parte de atrás, un poco más bajo que él, Rsjfgs haría lo propio recostado entre un tupido bosque de rotores y engranajes.
Como auténticos profesiones, se ajustaron unos cinturones de seguridad en forma de X y se acomodaron bien en los asientos buscando la postura.
—¡¿Preparado?! —gritó Rsjfgs.
Barael casi se lo hace todo encima:
—¡Espera!, ¡espera!, ¡espera!, ¡¿cómo funcionan estas palancas?!
—Ja, ja, ja, era broma.
—Joder con la broma. Se me ha remetido el tanga.
—¿Usas tanga?
—No, bueno, es un recuerdo.
—¿Cómo un recuerdo?
—Que es una larga historia que no viene al caso. Aunque da mucha libertad a las nalgas y se va muy fresco.
—¿Sí? Pero tendrás que depilarte todo el tema porque si no…
—Claro, hay que depilarse, sí.
—¿Con cera?
—¡No, por Dios! Me desollaría entero.
—¿Y tienes alguno que dejarme?
—¿No nos íbamos?
—Ah sí, perdón, ¿dónde estábamos?
—Dijiste que despegábamos, se me remetió el tanga…
—¡¿Usas tanga?!
>>Ja, ja, ja.
>>No, ahora en serio. Verás, pilotar esto es muy sencillo: las dos palancas de los extremos controlan las alas; si las mueves a la vez hacia adelante, el artefacto descenderá; si tiras hacia atrás, el artefacto se elevará.
>>Si por el contrario mueves sólo una hacia adelante, el artefacto bajará, virando en la dirección de la palanca: si era la de la derecha, bajará girando hacia la derecha; si era la de la izquierda, lo hará hacia la izquierda. Si en lugar de empujar la palanca, tiras de ella, efectuarás una elevación con el mismo comportamiento. ¿Lo has entendido?
Barael cogió las palancas e hizo una prueba. Tiró de las dos hacia atrás y, efectivamente, tras un estremecimiento que le recorrió toda la espina dorsal, las alas giraron sobre su eje levantándose de la parte delantera y bajando de la trasera. Luego, las movió indistintamente y cumplieron perfectamente.
—Entendido —respondió Barael sacando un brazo por la estructura con el pulgar estirado.
—Bien, ahora atento. La palanca del centro controla la hélice que tienes encima. Si la empujas hacia adelante, la hélice se desplazará hacia adelante permitiéndote volar hacia adelante. Si tiras de ella para atrás, hará que vueles hacia atrás. Sencillo, ¿no?
—Sí ¿y el resto?
—¡Sobre la marcha! A lo mejor no tenemos que utilizar mucho más, pero…, por si acaso, he instalado ciertas armas. Tú no te preocupes.
Barael, cagadito, exclamó:
—Bueno, pues explicado lo necesario, creo que ahora sí estoy preparado. ¡Cuando quieras!
Rsjfgs giró entonces seis manivelas y tiró fuertemente de tres cordeles justo antes bombear con los pies en cuatro pedales y abrir dos llaves de paso redondas, chiquitajas y con forma de volante.
La estructura se estremeció y comenzó a temblar.
Rsjfgs cogió ahora dos pedales sujetos a un piñón giratorio y pedaleó fuertemente con las manos. La hélice giró  lentamente, levantando un viento suave.
Barael miró para arriba. Las aspas pasaban sobre él cada vez más rápido.
Rsjfgs soltó los pedales y agarró dos palancas más que tenía a los lados. Tiró de una, tiró de la otra, y el piñón comenzó a girar de forma autónoma. Después cogió un cordel que colgaba de uno de sus hombros y se colgó fuertemente de él haciendo que el techo del granero se abriera por la mitad, salpicándolo todo de paja reseca.
El cacharro comenzó a elevarse. A elevarse y a perder tornillos, tablas, y un sinfín de indescriptibles trozos estructurales que pusieron histérico a Barael.
Poco a poco, el aparato se elevó hasta salir del granero y adquirir una altura que a Rsjfgs le pareció suficiente como para empujar una pequeña palanca que brotaba junto a otra pequeña esfera blanca con agujas.
La hélice, ahora, sí que giró con fuerza.
—¡Barael! —gritó Rsjfgs.
—¡¿Qué?! —respondió este.
—¡Adelante!
Barael agarró la palanca que tenía entre las piernas, y la empujó.
La hélice se inclinó hacia adelante y el Rsjfgs-cóptero emprendió velozmente viaje hacia el castillo fantasma, zarandeándose de un lado a otro como una gaviota borracha.
(c) Rafael Heka ;-)

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