jueves, 30 de abril de 2015

Perseidas 01: Tu imaginación acaba de crearlo todo...


tu imaginación acaba de crearlo todo...

Hola.
Te diría mi nombre pero no podrías pronunciarlo.
He llegado hasta ti gracias a que el autor de este texto ha sido capaz de escucharme y al generoso acto por tu parte de abrir este libro.
Gracias; gracias por darme la vida y por volverme a permitir contemplar las estrellas.
¿Las ves tú también?
Ven, siéntate a mi lado sobre los anillos de este planeta.
No tengas miedo. Aquí todo posible. TODO. Y si te fijas con detenimiento descubrirás que soy quién tú quieras que sea.
Tómate el tiempo necesario, tranquilo, no tengo prisa.
¿Ya? Vale, aquí me tienes.
Ja ja, ¿seguro que me deseas así? De acuerdo, de acuerdo; a fin de cuentas es una de las cosas que más me divierte de mis poderes.
¿Ves esa galaxia de ahí, esa roja con forma de amapola? ¿Y la estrella verde que brilla tanto bajo aquella nebulosa amarilla? Pues de ahí vengo.
Bueno, exactamente de ahí no, de un planeta que gira alrededor de esa estrella.
Lo sé, lo sé. Está un poco lejos. Pero si tú me ayudaras, po-dría regresar.
¿O prefieres que me quede a tu lado? A fin de cuentas ya estoy vivo en tu interior y nunca moriré salvo si te olvidas realmente de mí.
Vale, vale, pero, decidas lo que decidas, con abrir de nuevo este libro y leer estas líneas me tendrás otra vez a tu lado.
Ok, ok, tus deseos son órdenes.
Sea pues...

(c) 33 Ediciones
(c) Rafael Heka

¿Más?:http://www.33ediciones.com/5.html 

viernes, 17 de abril de 2015

Crónicas Globulares Serial 05: Un bando muy, pero que muy, ¿esperanzador?

A veces el destino cuenta chistes; a veces, nos sorprende de forma inefable con coincidencias en las que no creo.
Es la única vez que nombro al gran Pratchett en mis textos y, desgraciadamente, lo que en su día escribí, ahora me gustaría rectificar, dado a que, coincide, que tocaba seriar ese momento de esta historia en una semana donde el gran maestro no pudo eludir su cita con uno de sus personajes más emblemáticos: 
...Terry Pratchett ya conoce Magic Planet.
Lo entenderéis al final. Como en Rocky IV. :-D
Va por ti, amigo...



—Estimados (tos) ex-súbditos (tos perruna):

>>Como muy bien pude comprobar ayer, ninguno de los duendes de esta ciudad sabe contestar a la pregunta que le podría convertir en rey (tos). Lamentablemente, he de confesaros algo (tos pre-gargajo): Para coronarse hay que saber dicha la respuesta (gargajo). Ésta se la comunica el rey extinto a sus hijos. Lo que pasa es que, ya no sé si por la edad o porque Dindorx es un gracioso de pelotas (tos pos-gargajo), se me ha olvidado. Esto supone un grave problema pues, si nadie más la conoce, y yo no me acuerdo (regüeldo), nadie podrá coronarse. Con ello no me queda más remedio que, lamentándolo mucho... (esputo), abolir el gobierno. A partir de ahora el país de Blancualín deja de ser la capital reinante (tos, tos). Sé que esto provocará conflictos internacionales y que posiblemente participaréis de una segunda Guerra de los Colores; pero amigos..., éste será un problema vuestro. Yo, como os dije antes, bastante tengo con morirme; así que, ale, ahí os dejo. A partir de este momento no hay rey, ni estado, ni capital, ni hostias (es un puto, quiero decir, tos).

>>P. D: El castillo permanecerá cerrado e inaccesible a todo duende hasta que alguno encuentre la respuesta y la grite frente al portón de entrada. Y digo esto, porque gracias a un conjuro que me cedió mi compañero y camarada Amaronte (tos pre-muerte o tos mortal), gran extra-archibrujo del país de Amarilia, todo el recinto del castillo, incluidos sus jardines y bosques, quedarán congelados en el tiempo bajo un escudo mágico; este transparente domo lo protegerá de cualquier intromisión no deseada. Como también he dicho antes, el conjuro perderá su efecto cuando alguien pronuncie la respuesta al acertijo.

>>Punto final (tos con apertura de esfínteres).

>>Bien, Blir. Manda a Berco a que lea el bando en la plaza. Después, da orden a todos los sirvientes de que recojan sus cosas y abandonen el palacio. Págales sus honorarios, recoge los tuyos, cierra todas las puertas y márchate. Perdón, perdón; espera; hazme un último favor: ayúdame a levantarme (amago de muerte por tos).

El criado se acercó y le incorporó de su suntuoso lecho. Baradir hizo un ademán con la mano y Blir desapareció por la puerta de la habitación (ya no se atrevía a hablar por miedo a la última tos).

El rey se acercó a la ventana, miró por ella con tristeza y volvió de nuevo a la cama.

A un lado de ella, en la pared, había un soporte con una vela encendida.

La cogió temblorosamente y empujó débilmente el soporte hacia abajo.

La cama se corrió hacia el duende descubriendo un pasaje oscuro tras de sí.

Sujetó los faldones de su pijama y, empuñando la vela, entró: unas ascendentes escaleras de caracol le aguardaban.

Subió lentamente por ellas accediendo a un cuartucho cilíndrico en el que se podía distinguir, malamente, un pequeño ventanuco, un sillón de hielo y, junto a él, en el centro, un atril de mármol con forma de columnata. Sobre éste, abierto por la mitad, reposaba, ajado e impúdico, un grueso y polvoriento volumen.

Se acercó al ventanuco y esperó a que todos los duendes a su servicio, incluido Blir, cruzaran las heladas verjas de los lindes del castillo.

Cuando esto fue así, Baradir se sentó en el sillón de hielo, miró fijamente al libro y, pronunciando unas ininteligibles palabras, se irguió elevando los brazos al cielo.

Lentamente, de las puntas de sus dedos, emergió un espeso y lechoso haz de luz. Sus partículas, cada vez más intensas, se juntaron sobre su cabeza en un grueso y apocalíptico cordón.

El haz se elevó.

El decrépito cuerpo del rey se cuarteó de repente ante el manto de escarcha que lo cubrió (ya jamás tendría más tos). El haz continuó su ascensión hasta que, con un arrebato de furia, reventó el techo del cuarto volando por los aires el tejado de la torre principal del Castillo de Harina.

Algo más abajo, en la plaza de Blancuol, los duendes escucharon anonadados el bando mientras sus retinas contemplaron estupefactas cómo el castillo, y todos sus alrededores, se cubrían de una especie de manto de cristal fruto de los brillantes cordones de luz que salían de la torre principal tejiendo aquella hermosa y brillante cúpula de hielo.

Lo que no pudieron ver fue la mueca de dolor que se esculpió en el rostro de Baradir al quedar transformado en hielo, ni la de desconcierto de la enlutada figura de la guadaña al regresar de nuevo a su dimensión mundo-disco[1] víctima de una broma pesada del dios de la tos y de la licencia de un servidor.



[1] El Mundodisco es un mundo imaginario que sirve de escenario a la saga homónima de novelas escrita por Terry Pratchett. Se trata de un mundo plano, sostenido por cuatro elefantes que, a su vez, se apoyan en el caparazón de Gran A'Tuin, la tortuga estelar. El escenario es medieval fantástico, aunque algunas partes del mundo están ambientadas en la era victoriana a lo largo de la serie. Los libros frecuentemente hacen parodias, o al menos toman ideas prestadas, de autores como J. R. R. Tolkien, Robert E. Howard, H.P. Lovecraft o William Shakespeare, y también de la mitología, relatos tradicionales y cuentos de hadas, utilizándolos a menudo para establecer paralelismos satíricos con temas culturales, tecnológicos o científicos actuales. Cualquier parecido con esta saga o su autor es pura coincidencia; Pratchett desconocía Magic Planet y queda exculpado desde aquí. :-)

(c) Rafael Heka

(c) 33 Ediciones