sábado, 14 de enero de 2017

Crónicas Globulares 33: Cambio de planes

Aquí estamos de nuevo. Recargado tras las fiestas. Como un TRUENO capaz de partirte el cráneo.
¿Listo?
Pues agárrate...



—¿Falta mucho para llegar? —preguntó Salvatore.
—¡Tranquilo compañero, estamos a un paso! —le gritó Barael al oído.
El dragón surcaba majestuoso las oscuras florestas batiendo sus enormes alas mientras atravesaba una inclemente tormenta. @
Como sincronizado con el entorno, un rayo iluminó el agua que resbalaba por sus escamas a la vez que éste gritaba:
Iwas caught…
>>In the middle of a railroad track…
El trueno resonó concluyendo la estrofa.
—¡THUNDER!
Aferrado al cuello del dragón por medio de los gruesos penachos de sus escamas, Barael sentía la adrenalina corriendo por sus venas.
I looked round…
>>And I knew there was no turning back…
>>¡THUNDER!
Lo cierto es que habían tardado mucho en volar de la peña hasta Vrícuit. La capacidad de orientación del dragón era nula o tirando a negativa por lo que
My mind raced…
>>And I thought what could I do…
>>¡THUNDER!
Tras bordear dos gruesos robles, el dragón salió despedido a un vasto lago plagado de nenúfares.
And I knew…
>>There was no help, no help from you…
>>¡THUNDER!
—¡Salvatore, aquí es!
El dragón dio un vuelo en redondo alrededor de la peña central del lago y preguntó:
—¿Aquí hay una ciudad?
—¡Sí, esta es la ciudad sumergida de Vrícuit! ¡Pósate suavemente en el montículo central!
Está bien.
>>Sound of the drums…
>>Beatin' in my heart…
Batió enérgicamente sus alas e intentó posarse lo más delicadamente posible.
The thunder of guns…
Por desgracia no fue así, cayendo a plomo sobre ella.
Vrícuit tembló. Los duendes se asustaron y los soldados dieron la voz de alarma. Al instante, cien mil abejas verdes salieron por los nenúfares.
Al ver al dragón, cargaron contra él.
Salvatore exclamó:
—Creo que los hemos asustado.
Barael tragó saliva:
—Opsss.
—Tore me apart…
You've been…
Thunderstruck
Down to the highway…
Broke the limit, we hit the town…
Went through to Texas, yeah Texas…
And we had some fun…
We met some girls,
Some dancers who gave a good time…
Broke all the rules,
played all the fools…
Yeah, yeah, they, they, they blew our minds
I was shakin' at the knees…
Could I come again please?…
Yeah the ladies were too kind…
You've been:
Thunderstruck, thunderstruck…
Yeah yeah yeah, thunderstruck,
thunderstruck…[1]

* * *

—¡¿Se puede saber por qué no posaste a tu querido reptil en otro puñetero sitio?! ¡¿Acaso no sabes que pudiste desprender la colmena y matarnos a todos?! —preguntó indignado el coronel Vador a Barael.
—Verá, Señor, ni yo ni el dragón pensábamos causar este tremendo alboroto. Lo traje para ayudar —respondió el duende blanco.
El coronel giró su sillón hacia un enorme ventanal abierto a las profundidades del lago y exclamó:
—Pues lo siento mucho, pero tu ayuda no va a ser necesaria.
Barael se sorprendió:
—¿Por qué?
—Porque no. Agradecemos tus esfuerzos, pero el general Vraton y Amaronte han urdido un plan que terminará definitivamente con el poder de Civitadeux.
Barael se levantó decidido de la silla:
—Me parece muy bien que me hayan traído a su presencia a la fuerza. Me parece muy bien, que hayan encadenado a Salvatore (a fin de cuentas, hemos puesto a todos en peligro). Pero ahora, le agradecería que ya que me lo ha mencionado, me lleve ante la presencia de Amaronte. Deseo verlo de inmediato.
El coronel se volvió muy serio hacia él:
—En primer lugar: Le trajimos a la fuerza, como muy bien dice usted, por lo que hizo y para comprobar su identidad. En segundo lugar: SU dragón, lejos de estar ya encadenado, reposa apaciblemente y con el estómago lleno en un lugar seguro de las cercanías, porque es usted quien es y porque cuenta con la confianza de Amaronte. Y, en tercer lugar: Lo que me pide no va a poder ser. Amaronte ya no se encuentra en Vrícuit.
—Entonces, lléveme ante el general Vraton.
El coronel se levantó de su sillón. La preocupación afloraba en su rostro.
Chasqueó los dedos y acto seguido aparecieron dos fornidos soldados llenos de musculosas extremidades y recios vellos.
—Soldados, acompañadlo a presencia del general Vraton.
Barael iba a darle las gracias pero éste se volvió antes de recibirlas como quien barrunta la deposición de una alimaña.
Fríamente, el general dejó que su mirada se zambullera en el lago.
Hippies de mierda… pensó.


* * *

—¡Tú!, ¡Tú! —le gritó Amaronte totalmente fuera sí desde su celda de barrotes cerúleos mientras batía sus brazos encadenados.
Barael no podía creer lo que estaba viendo.
—¡Tú!, HEREJE. Te libraste del sacrificio, síiii. ¡Pero serás purificado! Te lo juro por Dindorx; lo serás. —Y se abalanzó infructuosamente de nuevo con un fuerte choque de grilletes.
—¿Cómo demonios lo habrá conseguido? —preguntó Barael al general haciendo caso omiso de los cada vez más agresivos aspavientos del brujo.
Éste respondió:
—No lo sé, pero lo hizo tal como se lo conté. Tenía la esperanza de verlo a usted antes de partir para explicárselo en persona pero ya sabe cómo son estas cosas. A pesar de todo, dejó claras instrucciones para cuando usted regresara. Lo que no me contó fue lo del dragón.
Barael y Vraton abandonaron la celda, saliendo a una habitación hexagonal repleta de fastuosos muebles de cera ajenos totalmente a la inminente rotura de frenillo lengüeril del reo por exceso de impulsividad.
Vraton tiró de una protuberancia en la pared y una falsa entrada se cerró ocultando definitivamente al transmutado führer.
—Verá general, consideré oportuno traer al dragón, creí que…
—Cierto, muchacho —le interrumpió—; tiene usted toda la razón. Esto podría dar un nuevo giro a los planes que Amaronte y yo concebimos. Siéntese. —Y le ofreció una confortable silla lipoidea.
Barael obedeció.
Vraton se acercó a una cómoda y extrajo algo. Después, se lo tendió a Barael con gran solemnidad:
—Tenga, éste es el uniforme de los soldados de Verdol. Nos honraría mucho que lo portara en combate. No hay tiempo de entrenar a otro jinete y ahora que dispondríamos de una ventaja de fuerza, la participación de su dragón ahorraría muchas bajas —concluyó clavándole una férrea e inquisitiva mirada, poco acostumbrada a decepciones.
Barael se levantó:
—General, para mí será un honor servir a la liberación del pueblo de Verdol. Sólo le pediría un favor si todo esto sale bien.
—Pida lo que quiera.
Barael le susurró algo al oído.
El general respondió:
—Será un placer. Ahora, Barael, déjeme que le explique el plan.
Y los dos duendes se acercaron encantados a la mesa que había en el centro de la sala, en donde, alrededor de un detallado mapa plagado de figuritas, intercambiaron multitud de sangrientas estrategias de aniquilación masiva.



[1] Pura magia: AC/DC…



gracias
thanks
merci
спасибо
go raibh maith agat
dank

感謝
спасибі

(c) Rafael Heka ;-)

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